Algunos sentidos de las serpientes están más desarrollados que otros, aunque eso no es problema cuando se trata de depredadores carnívoros, pues los sentidos que no están del todo agudos, no son indispensables para que ellos sobrevivan.
Olfato y gusto
Tienen un buen sentido del olfato y con él rastrean a su presa. Todo comienza en la lengua bífida que se encarga de recoger partículas en el aire para después trasladarlas a su órgano de Jacobson que se encarga de “traducir” la información que guardan, por lo que se puede concluir que el olfato y el gusto van de la mano.
Desde que nacen mantienen sus lenguas en movimiento, pues esto les permite conocer lo que sus ojos no alcanzan a ver a su alrededor y estar alerta ante posibles amenazas. Sin la lengua bífida y los órganos sensoriales sería imposible capturar presas.
Sin la lengua bífida y los órganos sensoriales sería imposible capturar presas.
La función olfativa de las serpientes marinas es más aguda bajo el agua que fuera de ella, no obstante su acción no se compara a la de las representantes terrestres, quienes tienen una mucho mejor “lectura” de los olores.
Vista
Generalmente las serpientes no tienen este sentido muy bien desarrollado, aunque algunas muestran tener mejor capacidad visual que otras. Un cierto porcentaje solo puede detectar la luz y la oscuridad, mientras otras distinguen colores. La vista que poseen les permite seguir el movimiento de sus presas y no perderlas de vista mientras se mantienen cerca.
Las serpientes que tienen mejor visión durante las horas de la mañana cuentan con pupilas redondas, mientras las nocturnas las tienen alargadas.
Poseen oídos internos pero su desarrollo es pobre.
Oído y tacto
Poseen oídos internos pero su desarrollo es pobre. Se basan más en las vibraciones del suelo para percibir amenazas o para saber si el intruso cercano es un buen candidato para la comida del día. Cada paso que da el misterioso cuerpo extraño a lo lejos, pasa por las múltiples escamas del ofidio.
Órganos especiales
Las serpientes cuentan con órganos que son sensibles al calor y se localizan en la parte de la cabeza, específicamente a los lados de esa y entre las fosas nasales y el ojo. “Recogen” el calor generado por los animales que los rodean y con ello deciden si se trata de un ser vivo agresivo, difícil de capturar o presa fácil.
Locomoción
La falta de extremidades no es impedimento para que las serpientes no tengan una excelente locomoción. Cada especie se mueve de manera diferente en el entorno que habita y está adaptada para toda clase de texturas que conforma su espacio natural.
El camuflaje y los movimientos rápidos y precisos, son dos importantes razones por las que son consideradas magníficas depredadoras.
Las escamas de la piel están diseñadas para una buena tracción sobre diferentes superficies.
Se mueven en forma ondular con dirección lateral hacia adelante. Coloquialmente se dice que parecen “serpentinas”, pues cambian de dirección de derecha a izquierda haciendo delicadas ondas en forma de S. Aproximadamente alcanzan 6 km/h, aunque el récord lo tiene un ejemplar adulto de mamba negra, la cuál logró los 20 km/h durante un tiempo corto.
Las serpientes del desierto dejan hermosas y muy bien definidas marcas en la arena, algo que ayuda mucho a los investigadores y científicos que buscan ejemplares para su observación y estudio. Este tipo de ofidios se desenvuelve muy bien por debajo de la arena y en la superficie gracias a sus escamas diseñadas para una buena tracción.
Serpientes marinas
Las serpientes marinas no son muy ágiles moviéndose en suelos terrosos o arenosos. Debido a esta falta de habilidad, se tornan agresivas ante cualquier presencia extraña que detecten. No se caracterizan por enrollarse o arrojar su cuerpo sobre un intruso como lo hacen las terrestres.
El deslizamiento del cuerpo con el agua es fluido. A pesar de que suelen moverse de manera similar a las serpientes de tierra, la activación muscular es distinta, al igual que el nivel de pérdida de energía.