La dieta de las serpientes es extensamente variada y exclusivamente carnívora. El tipo de alimentación de las constrictoras resulta ser un hecho increíble y sorprendente, al igual que los métodos de captura de las venenosas y la manera en que sus activos tóxicos atacan el organismo de las presas. Realmente son animales muy interesantes y llenos de extraordinarias habilidades.
Serpientes constrictoras.
Boas, pitones y anacondas son especies cuyo método de apresamiento se basa en la constricción de sus víctimas. Algunas serpientes venenosas suelen acudir a este tipo de técnica para someter a animales más pequeños, pero generalmente las que realizan este tipo de acto carecen de veneno, y a cambio, la naturaleza les otorgó cuerpos muy voluminosos llenos de poderosos músculos.
Las serpientes poseen receptores en el rostro que permiten “medir” el calor que irradian mamíferos de sangre caliente.
Son varias las teorías que existen alrededor de la muerte de un ser vivo que cae dentro de la fuerza de una serpiente de este tipo. Se dice que algunas solamente evitan que el animal capturado pueda respirar, oprimiendo parte de su cuerpo para que no entre aire a los pulmones; otras envuelven a todo el animal y ejercen una presión extrema que rompe huesos y comprime órganos hasta causar la muerte. También se cree que la opresión aumenta los niveles de presión en la cavidad del cuerpo de la presa, lo que provoca un paro cardíaco casi inmediato.
Son cazadoras nocturnas que utilizan sus escamas termosensibles y lengua bífida para recibir información sobre su presa, tanto por tierra como por las partículas en el aire. También poseen receptores en el rostro que permiten “medir” el calor que irradian mamíferos de sangre caliente y con ello saber su proximidad y tamaño.
Una vez que sienten que los latidos de su víctima cesan por completo, comienzan a engullirla entera muy lentamente. Este proceso puede llevar de minutos a horas, dependiendo del tamaño de la presa, que puede ser desde lagartos, gallinas, tortugas, aves, murciélagos, ardillas o un pequeño roedor, hasta un ser grande como un capibara, otro reptil como un caimán, un mamífero como un ciervo o un cerdo salvaje. Algunas veces el tamaño de su alimento es tan grande, que mueren por no poder llevar a cabo su digestión.
Cuando detectan una seria amenaza, las serpientes constrictoras son capaces de regurgitar a su presa entera para poder escapar.
Durante este proceso digestivo, las serpientes se vuelven inactivas y vulnerables a la depredación. Cuando detectan una seria amenaza, son capaces de regurgitar a su presa entera para poder escapar. Cuando no son molestadas, tienen un exitoso proceso en el que se desechan las plumas, garras o partes muy duras de la presa que consumieron.
El espectáculo de una serpiente introduciéndose a un ser sin vida es un momento algo perturbador para ciertas personas, triste para algunas y magnífico para otras. La naturaleza ofrece momentos que pueden ser un tanto crueles, más que nada porque el tipo de animales que suelen convertirse en presas son pequeños, de apariencia noble y tierna; sin embargo, esto es parte de la obra de la naturaleza y cada organismo necesita sobrevivir.
Serpientes venenosas.
Al igual que las constrictoras, las venenosas pueden llegar a ofrecer una mordida sumamente dolorosa, pero la gran diferencia está en el efecto de esa acción. La sustancia peligrosa que alojan en el organismo tiene graves consecuencias en el mayor porcentaje de los casos.
El veneno es empleado principalmente para inmovilizar a un ser vivo. Ellas trabajan en el proceso anterior a la mordedura, que es el de vigilar a su presa y esperar el momento indicado para lanzarse sobre ella. Una vez que entierran los colmillos y depositan mililitros de poderoso veneno, esperan unos segundos o minutos para ver morir al que será su próximo alimento. Algunas sostienen al animal dentro de la mandíbula esperando a que deje de respirar.
El nivel de toxicidad depende del tipo de serpiente y la cantidad de veneno que liberan es regulada de acuerdo al tamaño de la víctima; no es lo mismo lo que necesita una pequeña ave a un mamífero. También consumen ranas, sapos, huevos de ave, caracoles, insectos, e incluso otras serpientes.
Las neurotoxinas y hemotoxinas encontradas en la sustancia producida por las serpientes atacan el sistema nervioso, el sistema circulatorio y contienen una enzima que se encarga de la rápida dispersión del veneno, por lo que en caso de que un humano sea mordido, la atención médica debe ser inmediata. La posición de los colmillos indica a los investigadores si se trata de una serpiente que inyecta neurotoxinas o hemotoxinas, ya que en las primeras se ubican en la parte posterior de la boca y su forma es mucho más curveada. Las que liberan hemotoxinas se localizan en la parte frontal y son más rectos.
Este tipo de serpientes se clasifican en Elápidos y Vipéridos, dos familias taxonómicas.
La posición de los colmillos indica si se trata de una serpiente que inyecta neurotoxinas o hemotoxinas.
Los elápidos se caracterizan por tener colmillos huecos y fijos, mientras los vipéridos se distinguen por portar colmillos articulados y muy curvados, lo que permiten una penetración profunda y dolorosa, así como una mayor inyección de veneno.
Entre los vipéridos podemos mencionar a las serpientes de cascabel (Crotalus), la serpiente cabeza de cobre (Agkistrodon contortrix) o la víbora de Russell (Daboia russelii). Entre los elápidos se encuentra la cobra egipcia (Naja haje), las serpientes mambas (Dendroaspis) y las taipán (Oxyuranus).
Canibalismo en ambos tipos de serpientes.
Las anacondas verdes y las serpientes ratoneras, entre otras, son conocidas por realizar canibalismo, e incluso, en el caso de estas últimas se han documentado situaciones de autocanibalismo en donde ingieren la mitad de su propio cuerpo.
Serpientes marinas
Las serpientes marinas por su parte, se alimentan de peces y algunas veces de pulpos pequeños.